Barcelona 1-Abril-2022
PRESENTACIÓN DEL LIBRO “ESTUDIOS DE METAPSICOLOGIA: LA VIGENCIA DE UN PENSAMIENTO”.
AUTOR: LUIS SALES.
Para Gradiva es una gran satisfacción encontrarnos hoy aquí para un acto tan emotivo como es la presentación del libro de nuestro querido compañero Luis Sales, que tiene por título: ESTUDIOS DE METAPSICOLOGIA: LA VIGENCIA DE UN PENSAMIENTO. Queremos daros la bienvenida y agradecer vuestra atención ya sea presencial como telemática.
Que hoy podamos reunir un aforo considerable, aquí en Gradiva, quizás sea una señal esperanzadora después de 2 años de pandemia, que ha generado preocupación y mucho malestar cuando no intenso sufrimiento a muchas familias que han perdido a seres queridos. Los efectos de estos malestares y sufrimiento los escuchamos y acogemos diariamente en nuestras consultas. Pero cuando parecía que esta empezaba a atenuarse, aparece otro malestar, como es la invasión en Ucrania; aunque todos sabemos que no es la única guerra que hay en el mundo, más allá de solidarizarnos con el sufrimiento que todo guerra comporta, esta, por su proximidad geográfica y el temor a sus efectos desestabilizantes en el equilibrio europeo, hace que nos sintamos de nuevo en estado de alerta. Creo que poder disfrutar de momentos de encuentros como este, nos acerca a la pulsión de vida.
En la mesa acompañan el autor Luis Sales, Mª Elena Sammartino, Víctor Korman y Eduardo Braier para hablarnos sobre el libro. Queremos agradecerte con mucho afecto, Víctor, tu presencia en la mesa. Además de tu vinculación profesional y personal con Luis, con Gradiva te une un fructífero y caluroso vínculo por tu participación en muchas de las actividades que la asociación ha realizado a lo largo de estos años. M Elena y Eduardo, como miembros de Gradiva, son compañeros muy queridos en lo personal y muy valorados tanto por vuestro sólido recorrido en la formación teórica como por su trabajo clínico.
El riguroso trabajo que Luis nos regala en este libro, es fruto de años de compromiso tanto en el estudio en profundidad de la obra freudiana y de muchos otros autores, como de su trabajo en servicios en salud en mental públicos como psiquiatra y psicoanalista, también en su práctica privada y como docente en distintas instituciones y asociaciones.
Quisiera citar un párrafo que figura en la contraportada del libro, dice lo siguiente: “La idea que el autor trata de desarrollar se centra en la premisa de que la metapsicología, en el estado que Freud nos la dejo, constituye una teoría tan abierta e inconclusa que aún nos queda mucho margen para la investigación. Y el libro se centra en aquellos ámbitos – como por ejemplo, la teoría de la psicosis- a los que Freud no prestó tanta atención como a las neurosis de transferencia”. Siguiendo estas aperturas, Luis se ha ido adentrando en distintos conceptos metapsicológicos que hacen tanto a la psicosis como a las patologías límite, en sus diversas formas.
De los distintos caminos por los que han ido transitando las investigaciones teórico –clínicas que el autor nos ofrece en su libro, nos hablaran los compañeros que hoy tendremos el placer de escuchar.
Magda Blanch
Presentación del libro de Luis Sales Estudios de metapsicología. La vigencia de un pensamiento
María Elena Sammartino
LA DANZA DEL ERUDITO Y LA BRUJA
Introducción
Siempre es motivo de alegría el nacimiento de un libro que aporta saber y creación, pero mucho más si el pensador y escribiente es un hombre de la calidad humana e intelectual que tiene Luis, compañero y amigo, con el que he compartido horas y horas de debate clínico y teórico durante más de 20 años en Gradiva. Siempre generoso con su saber profundo y claro, Luis trasunta también una ternura que asoma, sigilosa y pícara, tras la imagen seria y formal de sus palabras. Esa picardía se abre paso también en la prosa ágil, bella y eficaz de su libro, un tratado de metapsicología escrito con el ritmo y la cadencia propia de un amante de la música como él. Como si de una sinfonía se tratase, el lector se encontrará muy lejos de una exposición formal y mucho más cerca de una pieza con movimientos sorprendentes que van construyendo un todo con sentido y significado creciente.
Luis Sales escribe sobre teoría psicoanalítica desde el ángulo metapsicológico entendiendo, como Freud, que investigación, terapia y teoría son una y la misma cosa, tres patas de un trípode que definen al psicoanálisis y son la condición de la metapsicología. Y sobre este trípode se edifica el contenido de su libro. Como punto de partida, una lectura creativa de la obra de Freud en la que confronta a Freud consigo mismo en dos sentidos. Por una parte, relaciona la textualidad de sus escritos con el conjunto de su obra y saca conclusiones. Por la otra, lee a Freud a partir de una fuerte empatía con sus conflictos y contradicciones personales que intuyo que no dejan de ser, a veces, los mismos conflictos y contradicciones del autor, que ha de conjugar sus facetas de médico amante de la ciencia rigurosa con el psicólogo y el músico que gustan de teorizar, especular y fantasear.
En el Estudio Preliminar que encabeza el libro, Luis lee creativamente el inconsciente freudiano y nos conduce a través de los meandros de sus paradojas y contradicciones. Freud arremetía contra la especulación filosófica, nos cuenta el autor, pero al mismo tiempo reconocía que el psicoanálisis no puede prescindir de un componente especulativo que una y otra vez se liga al “fantasear”, como sin quererlo, como si el científico riguroso dejara escapar su vocación especulativa en un acto fallido, como un retorno de lo reprimido, interpreta Luis. Freud se esforzó en reprimir su tendencia a especular y fantasear gracias a la cual pudo dar nacimiento al psicoanálisis y abrirse a “un saber insospechado, oculto, tal vez mágico, como deja entrever –dice el autor- al apelar a la bruja”.
Hablemos de la bruja
He titulado esta presentación La danza del erudito y la bruja. Bien sabéis a qué bruja me refiero. Se trata de la bruja metapsicología, aquella que inevitablemente ha de permitir el salto especulativo, incluso el fantaseo, para no quedar atrapado en las redes de la clínica, decía Freud en Análisis terminable e interminable. “Es preciso que intervenga la bruja” fueron sus palabras, aludiendo al Fausto de Goethe, como explica Luis en su Estudio preliminar.
Y así como el autor descubre que Freud nunca se dirige a su objeto de forma directa sino dando rodeos hasta abordar la presa, él mismo se transforma en un investigador que observa a la bruja metapsicología con placer, escudriñando primero su enigmática esencia para luego ir apropiándose de sus misterios, deconstruyéndolos hasta develar su sentido más profundo. En posesión de su saber, el erudito propone a la bruja una danza creativa y fecunda destinada a generar frutos nuevos, a llevar los ritmos más allá y dar sentidos nuevos a las zonas oscuras del pensamiento, de la clínica y la teoría.
La verleugnung
Intentaremos ahora una tarea imposible: trazar el mapa de ese recorrido que va de la investigación a la creación, a través de uno de los temas estudiados en el libro. Escogemos un concepto crucial para la teoría y la clínica actual: la verleugnung, desmentida o renegación, una de las más fecundas semillas que sembró Freud para el desarrollo del psicoanálisis contemporáneo y la comprensión de la patología fronteriza que, al decir de Green, sería el paradigma del paciente de hoy.
Punto de partida: observando la defensa y sus contextos
El autor comienza describiendo el territorio de las defensas que fueron esculpiendo las estructuras psicopatológicas a lo largo de la obra de Freud. Estudia minuciosamente los ojos del Guadiana, los puntos en que emergieron los descubrimientos y sus escondrijos, sus confusiones y superposiciones, acompañando a Freud en el proceso de investigación de los mecanismos de defensa alternativos a la represión y, en particular, las semejanzas y diferencias entre la verwerfung o desestimación, y la verleugnung o desmentida. Se trata de un largo recorrido, profundo y clarificador tanto en lo que hace a las diferencias semánticas de los términos en alemán como en cuanto a la progresiva clarificación del funcionamiento específico de cada una de estas defensas para la psicosis y la perversión. Marca del autor, claro está, no dejará de aligerar los caminos que transita con ejemplos clínicos y jugando siempre a pillar desprevenido a su admirado Freud, mostrando sus intuiciones geniales a la vez que sus defensas, sus olvidos y confusiones, sus pasiones más íntimas.
Un paso más: el autor ofrece una llave para el estudio de las defensas
A esta altura, el lector ya no se sorprenderá por el hecho de que el autor abandone por un momento el rigor del orden expositivo que recorre las nervaduras de la verleugnung para tendernos una mano y ofrecer una llave que puede abrir muchas puertas a la teoría. El erudito observa de reojo a la bruja metapsicología y se propone como creador de una nueva perspectiva para el estudio de las defensas y en particular de la verleugnung. El punto al que ha llegado después de recorrer una frondosa bibliografía es una observación clínica: la gran facilidad con que el ser humano se engaña para vivir de espaldas a la realidad. El paciente elude mirar de frente lo que proyecta, lo conflictivo, lo traumático, no quiere saber o creer aquello que injuria su narcisismo. Se trata del desconocimiento, la verkennung freudiana, un concepto llave para analizar las formas clínicas y metapsicológicas del inconsciente escindido, el inconsciente disociado, tanto en los pacientes narcisistas como en la vida cotidiana. Desde luego que tampoco aquí Luis Sales se abstiene de recorrer las luces y las sombras que se proyectan sobre el concepto de desconocimiento a partir del estudio de los usos del verbo y el sustantivo en la obra de Freud y de otras palabras en alemán que podrían dejar allí sus huellas semánticas. La investigación lingüística se revela como una de las fuentes de placer con las que juega el autor haciéndonos cómplices y partícipes de su disfrute en el descubrimiento.
El estudio que realiza a continuación de la desmentida como mecanismo de desconocimiento no puede dejar a nadie insensible. En primer lugar porque evidencia un conocimiento riguroso y exegético de la obra de Freud (y de muchos otros autores), una vocación docente que apuesta por la claridad en la exposición de lo complejo y una capacidad literaria que se expresa no solo en las bellas palabras sino también en los guiños retóricos que estimulan el interés por el argumento.
A esta altura, la desmentida ya se ha perfilado con todos sus matices.
El camino que conduce a una hipótesis final
La bruja ha quedado satisfecha. Se ha dejado observar, rodear, deconstruir… ha perdido sus ropajes superfluos hasta revelar sus esencias y matices. Y ahora es ella quien observa al erudito desplegar sus propias reflexiones alzando el vuelo especulativo. Su destino: pensar el estatuto metapsicológico del trastorno fronterizo. Sigamos sus pasos.
Primero observa la sociedad; la represión ha cedido su territorio a la desmentida: “lo sé pero me da igual” parece decir el hombre de hoy. Como posición frente a la ley, la perversión se extiende en todos los ámbitos y se exhibe como paradigma de la conducta deseable. Pero la perversión no llama a la puerta de nuestras consultas. Son los fronterizos quienes lo hacen. ¿Tendrá que ver con la perversión social, con el reinado del narcisismo?
Y más allá, ¿habrá un denominador común entre la perversión y lo fronterizo? En este segundo momento del desarrollo teórico, se desliza con naturalidad aquella frase de Freud que prefiguró el problema de los trastornos fronterizos, una frase que Green cargó de sentido para todos los que nos hemos interesado por las patologías del narcisismo. Al interrogarse en Neurosis y psicosis acerca de los mecanismos que le permiten al yo deformarse, partirse o segmentarse a fin de no caer en una estructura neurótica ni en una psicótica, Freud afirma: “Las inconsecuencias, extravagancias y locuras de los hombres aparecerían así bajo una luz semejante a la de las perversiones sexuales; en efecto, aceptándolas, ellos se ahorran represiones”. Así, dice Luis Sales, Freud estaría sugiriendo una nueva estructura, una estructura semejante a la perversión que vendría a suponer una alternativa a la neurosis y la psicosis. Se trataría del territorio actual de la patología fronteriza.
Uniendo su voz a la de otros autores, se desarrolla a partir de aquí una correlación metapsicológica entre perversiones y trastornos fronterizos teniendo como sustrato y fundamento, desde luego, la desmentida y su consecuencia, la escisión del yo.
Y finalmente…la formulación de una hipótesis personal
Contando ya con la similitud estructural entre perversión y trastorno fronterizo, el autor avanza en la construcción de una hipótesis que considera inevitable. Sigamos sus pasos: al amparo de autores como Marucco, McDougall, Lutenberg o Bonnet, describe la función defensiva del funcionamiento fronterizo o perverso y alerta de que la clínica devela que con frecuencia el punto de descompensación de estas configuraciones clínicas es el mismo. Y dice: “en el transfondo de semejante parafernalia conductual, evidentemente defensiva, lo que hallamos son ansiedades desestructurantes, despersonalizaciones, depresiones anaclíticas; es decir, el vacío y el desamparo, el trauma temprano y la subsecuente fragilidad del sujeto del inconsciente”
Sin embargo, habría una diferencia importante: desde un punto de vista metapsicológico, la perversión sexual representaría la salida más exitosa y adaptativa frente a otras patologías del desamparo.
Y llegamos ya al tramo final del recorrido. Después de un largo y muy rico desarrollo teórico y clínico, el autor formula una hipótesis que considera inevitable, aunque he de reconocer que no lo es para mí. Dice así: “desde mi punto de vista, en los fronterizos lo que encontramos no es una nueva estructura a añadir a las ya existentes, sino una desestructuración, o al menos, el fracaso de una estructura, esto es, el fracaso a la hora de dar estabilidad clínica y adaptativa a una estructura metapsicológica.” Y todavía avanza más allá afirmando que las perversiones serían la manifestación defensiva de un núcleo metapsicológico que podría desencadenar otros desenlaces clínicos como las psicopatías o adicciones. De fracasar estas estructuras defensivas quedaría al descubierto una clínica propia de lo fronterizo: desbordamiento angustioso, hundimiento depresivo, etc. He aquí la conclusión inevitable de su extraordinario recorrido teórico a partir del estudio de la desmentida.
Luis Sales estudia con rigor, investiga y dialoga con sus autores, trenza con fino hilado la clínica y la teoría, saca sus conclusiones y propone sus hipótesis. No hay una forma más rica de hacer avanzar nuestra teoría que poner a trabajar a los maestros, reprocesar lo establecido en función de los cambios clínicos y los avances en la teoría, recoger las semillas sembradas por los grandes pensadores y hacerlas germinar en los nuevos contextos. En ese movimiento creador se inscribe esta bella obra que hoy presentamos y que sin duda resultará para todos vosotros una fuente de conocimiento y un estímulo para pensar.
PRESENTACIÓN DEL LIBRO DE LUIS SALES
1 de Abril de 2022, en Gradiva, Barcelona
VÍCTOR KORMAN
Buenas noches a tod@s. Les quiero hacer una propuesta responsable: tratemos de evadirnos —sólo durante un par de horas— de la pandemia, de la barbarie de la guerra y de la brutalidad que está cayendo sobre Ucrania. Sumémonos con alegría a la fiesta de las letras que es la presentación de un nuevo y magnífico libro. Además, es sobre psicoanálisis. El regocijo debería ser doble. Por otra parte, hemos promovido reencuentros, cosa que añade júbilo. Son indicadores de que, pese a todo, la vida continúa, el cuerpo aguanta, la mente sigue laborando y lo social se mantiene activo.
Dije: propuesta responsable y propuse evadirnos un rato; no dije -entrando ya más en tema- reprimir ni desmentir ni forcluir ni negar lo que está sucediendo. Freud nos alertó que la historia de la humanidad muestra, sin dudas, que la crueldad y la pulsión sexual se co-pertenecen. Tendríamos que aceptar esa evidencia, aunque no rendirnos ante ella. Lo humano incluye a lo inhumano y ambas —juntas— se oponen a lo no humano. Esta noche estaremos en la vertiente sublimatoria de la pulsión, del lado de la palabra, del cariño, del reconocimiento y del humor, gracias a tu libro, Luis. Eclipsaremos, así, al virus, al ruido de las sirenas, de las bombas y al terrible silencio de la muerte.
De las cuestiones recién mencionadas, la sublimación estará presente en acto, condensada en este libro. Sobre el cariño y reconocimiento que sentimos hacia Luis no tengo que extenderme mucho, por suerte. Todos los aquí presentes y tal vez la mayoría de los que se han conectado on-line saben sobre las cualidades y virtudes de nuestro querido amigo y compañero; sólo diré cuatro pala-bras: es una excelentísima persona. Lo que redacté para el prólogo del libro y para este encuentro de hoy lo escribí desde y con mi ventrículo izquierdo, cosa que, verdaderamente, me emociona.
En cuanto al uso de la palabra, quiero decir que es un placer para mí estar en esta mesa junto a Magda, María Elena, Eduardo y Luis; también podrán hablar los asistentes que quieran hacerlo. Y, por último, para poner un poco de humor en estos tiempos difíciles les recordaré con mucha conmoción interna, el texto de Freud “El chiste y su relación con lo inconsciente” (OCFAE; Tomo 8, p. 108), en que relató lo siguiente: “En una estación ferroviaria de Galitzia [la polaca, no la española], dos judíos se encuentran en un vagón. ¿Adónde viajas?” pregunta uno. “A Cracovia” es la respuesta. “!Pero mira qué mentiroso eres”!, —se encoleriza el otro—. Cuando dices que viajas a Cracovia me quieres hacer creer que viajas a Lemberg. Pero yo sé bien que realmente viajas a Cra-covia. ¿Por qué mientes entonces?” Luego Freud hace referencia al contrasentido y a la figuración por lo contrario en esta creación chistosa: el otro miente cuando dice la verdad y dice la verdad con una mentira.
La elección del chiste no es casual: Lemberg es uno de los tantos nombres que tuvo la actual ciudad de Lviv -situada al oeste de Ucrania[1]-. Ella fue fundada en 1230 por el rey Daniel de Galitzia que, la denominó Leopolis (palabra latina), en honor de su hijo, el príncipe Lev (León). En estos días se la menciona mucho, ya sea con su nombre ucraniano actual Lviv [L´viú] o en castellano -Leópolis-, por ser objeto de ataques rusos. El siglo XXI tampoco evitará los genocidios. Dejo ya estos asuntos y voy al libro de Luis. Haré una sucinta y parcial presentación del mismo; no se tratará de una lectura crítica. Tampoco haré un panegírico.
Ya en su cubierta, el libro nos muestra a un Freud colorido y variopinto. No por azar; es una anticipación. El título se ajusta perfectamente a lo escrito en su interior. El subtítulo: “Vigencia de un pensamiento”, será objeto de un par de comentarios especiales más adelante.
Su contenido está finamente elaborado y gira en torno a tres grandes conceptos que otorgan nombres a la tripartición que lo conforman: parte I) Sobre el narcisismo; parte II) Sobre la represión y sus alternativas; y la III) Sobre lo originario y la transmisión psíquica. Cada componente de este trípode es estudiado profundamente y expuesto con sus múltiples ramificaciones y enlaces concep-tuales. Ese conjunto está precedido por una Introducción y un Estudio Preliminar. Luis pone de manifiesto los conectores que unen entre sí a decenas de articuladores teóricos freudianos, pero lo más asombroso es que va creando nuevos nexos entre ellos. Con dos agregados importantísimos: la presencia de la clínica y del pensamiento de muchos analistas post-freudianos que también han desplegado con fortuna ideas apenas insinuadas o muy implícitas en los escritos de Freud.
Señalaré como ejemplo paradigmático de lo recién dicho, la composición de la segunda parte de su libro, que trata sobre la represión y sus alternativas. Podrán leer en ella las múltiples fa-cetas de los siguientes conceptos freudianos: represión, negación, desmentida (o renegación) deses-timación (o repudio) y desconocimiento. Él las nombra también en alemán: Verdrängung, Vernei-nung, Verleugnung, Verwerfung y Verkennung, respectivamente. Luis, después de referirse de manera sintética a la Verwerfung (desestimación o repudio) y a la Verleugnung (desmentida), encara la primera tal como aparece descrita en “El Hombre de los lobos” [1918 (1914)]. Saben que desde hacía tiempo Freud venía buscando un mecanismo específico de la psicosis, que ocupara un lugar equivalente al que la represión tenía en las neurosis. En ese contexto, nuestro autor señala un detalle muy interesante: el vienés no volvió a utilizar el vocablo desestimación (Verwerfung) en sus artículos posteriores. Sin embargo fue un término que dio pie a recreaciones entre sus continuadores.
Sales dedica luego unas páginas a las aportaciones de Lacan (con su concepto de forclusión) y a los esclarecimientos de J.-A. Miller sobre ciertas frases del mencionado texto del vienés. A renglón seguido vuelve sobre otro párrafo de “El hombre de los lobos”: el famoso asunto de las tres corrientes psíquicas respecto de la castración [OCFAE, Tomo XVII, p. 78], que Sales cita en la p. 217 de su libro y que yo las sintetizo así: una corriente que abominaba de la castración, otra que la reprimía y una tercera -más antigua y profunda- que la había desestimado [verworfen]. En los apartados siguientes de esta segunda parte, Luis se centra en la desmentida o Verleugnung; luego, en “El trastorno fronterizo y su estatuto metapsicológico” y por último en “La sublimación y sus aporías”. Por lo que me han comentado, María Elena se referirá a la metapsicología y a la Verleugnung (parte II) y Eduardo hablará sobre la represión originaria (parte III).
Imaginen ahora una cantidad enorme de citas de diversos autores, muchas puntualizaciones lúcidas, notas a pie de página, subrayados inteligentes y aclaraciones oportunas, sin que falten espe-cificaciones sobre las polisemias, lo paradójico y las cuestiones polémicas. Incluye también casos clínicos que nos muestran a Sales como un psicoanalista dúctil, versátil, poco afecto a posiciones dogmáticas y que practica una clínica insubordinada a los cánones rígidos impuestos por las modas teóricas. Nuestro autor, con los casos que presenta nos invita a dialogar -de manera pública y abierta- sobre lo que realmente hacemos hoy en nuestras consultas. Termina aquí mi presentación del contenido de la parte II, aunque lo dicho puede hacerse extensivo a todo el volumen.
* * * * * *
A continuación les hablaré sobre lo “actual” en psicoanálisis y sobre qué sería ser contem-poráneos. Retomaré unos fragmentos de lo que escribí para el prólogo, teniendo presente a quienes no leyeron aún el libro. Las 550 páginas de este volumen están atravesadas a mi juicio por la tensión entre lo antiguo y lo moderno; entre lo clásico y lo actual; entre lo que sigue vigente y lo que puede pertenecer a épocas pasadas. Esas dualidades atraviesan íntegramente al volumen que presentamos esta noche y ellas hicieron que me formulase algunas preguntas. ¿En qué consiste ser contemporáneo? ¿Por qué un texto de siglos pasados puede serlo? ¿Por qué, un joven de 30 años quizá no lo consiga? Para responder a estos interrogantes he acudido a dos grandes águilas del pensamiento —Nietzsche y Agamben— y sobrevolé con ellos los escritos “salesianos”.
Desde la misma portada, me impactó el subtítulo del libro: La vigencia de un pensamiento. A poco de comenzar la lectura del mismo, esa idea se convirtió en el hilo de Ariadna que me permitió engarzar -uno a otro- todos los capítulos. Me interesó especialmente la palabra vigencia. Al parecer, el vienés sigue teniendo citas secretas con nuestra época, puesto que continúa iluminando lo oscuro y enigmático de la actualidad. Lo originario, lo fundante, no se sitúa únicamente en el comienzo del siglo pasado: está también presente en el presente, como la psique del infans lo está de manera resignificada en la mente del adulto. Freud está, pues, tanto en el nacimiento como en el presente del psicoanálisis, tal como lo pueden comprobar a través de los títulos que Luis otorgó a las diversas partes, capítulos y apartados de su libro.
Ésa es la vigencia del pensamiento de Freud, aunque, como bien dice Sales al comienzo de la Introducción, el psicoanálisis no ha tenido jamás su momento de “actualidad”: nunca estuvo de moda. Y yo agrego: siempre ha sido minoritario o ha marchado a contracorriente de los viejos y de los novedosos vientos que vienen soplando en lo social; al comienzo de su existencia, por ser demasiado nuevo y disruptivo para una sociedad patriarcal y más bien conservadora; y hoy —según muchos— porque se ha vuelto anticuado. Sin embargo, no es sólo la vigencia del pensamiento de Freud que lo convierte en un contemporáneo. Hay algo más.
Sales, -al comienzo de la Introducción, p. 27 de su libro- hace referencia al texto de Nietzs-che titulado Unzeitgemässe Betrachtungen, que fue trasladado al español por Consideraciones intempestivas, Luis nos hace saber que el calificativo Unzeitgemässe significa intempestivo, pero que en alemán refiere también a lo extemporáneo e inactual. Es justamente a este último adjetivo al que Nietzsche otorga más peso: lo que va en contra del tiempo presente y que está en pugna con la actualidad. Esa es a mi parecer la otra cara de la palabra “vigencia”: tener validez en la actualidad pero, a la vez, no acomodarse al espíritu de la época.
Nietzsche exige que lo contemporáneo conlleve una cierta desconexión y un desfase de lo actual: lo contemporáneo es a la vez intempestivo e inactual. Freud tiene vigencia en la medida en que sigue siendo intempestivo, inactual y “ex-temporáneo”; es decir: fuera del tiempo. Giorgio Agamben completa la idea dando a entender que en verdad es contemporáneo, aquel que no coincide a la perfección con su tiempo ni se adecua a sus pretensiones y entonces es, en ese sentido, inactual. La contemporaneidad, digo yo, exige ese oximorón. Por lo tanto, un joven de 30 años podría no ser contemporáneo si concuerda demasiado con su época y por esa precisa razón queda atrapado, enceguecido, por ella: se relaciona con su tiempo sin desfase y sin ningún anacronismo. Para decirlo más brevemente, sin el oximorón actualidad/inactual.
Luis, de forma subrepticia, nos planta -ante nuestra mirada lectora- citas de un Freud contemporáneo -es decir: atravesado por el par actualidad/inactual-. Genera encuentros con textos no petrificados del vienés; nos muestra cómo él fue renovando un mismo concepto en sucesivos artículos posteriores; nos expone un pensamiento complejo en el que la metapsicología no es ajena a los determinantes histórico-sociales. Continuidad y cambio; hay grandes diferencias entre el Freud de 1894 y el de 1938.
De ahí que también me haya preguntado: ¿qué sería para nosotros, psicoanalistas, ser con-temporáneos? Permítanme esta respuesta: ¡es tratar de acercarnos a lo que Freud supo hacer en su momento! Eso nos impone hoy la tarea de recrear su obra; germinar nuevas ideas, ingeniarnos para renovar su pensamiento, remozar en lo necesario nuestra práctica clínica, conceptualizar las nuevas formas de subjetividad que tratamos en las últimas décadas, para que nuestra metapsicología siga evolucionando. Tenemos que saber que la perdurabilidad del psicoanálisis depende de nosotros y de nuestra capacidad de transformarlo. Creo que con Sales compartimos esa idea. Recrear un psicoaná-lisis para el siglo XXI no significa adaptarlo a los rasgos de esta nueva centuria; el psicoanálisis siempre ha sido un tanto marginal y en cierto sentido ha funcionado a contracorriente del espíritu de las épocas que atravesó. Y probablemente necesite operar así en tiempos futuros, oximorón mediante.
PARA IR FINALIZANDO
Quiero agradecer a Luis y a Gradiva por la invitación a formar parte de esta mesa. Los miembros de Gradiva saben que siempre la he considerado una gran institución. La califico de ese modo porque este pequeño espacio físico fue siempre muy amplio y abierto hacia todas las corrien-tes y escuelas psicoanalíticas, Todos fuimos escuchados aquí con un enorme respeto. Eso ayuda a aventar los dogmatismos y los posicionamientos rígidos. No todas las instituciones y grupos funcio-nan de esta manera. Las muchas ocasiones en que fui invitado a exponer en este entrañable sitio o formé parte del auditorio, siempre se produjeron intercambios productivos entre las diversas mane-ras de pensar el psicoanálisis. Quiero dejar expresa constancia de mi gratitud.
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Querido Luis: Para ti tengo una frase que he utilizado en contadas ocasiones y por ello tiene un gran valor para mí. Te la expreso directamente: considero que eres un buen psicoanalista y un psicoanalista bueno; a la vez. Tu persona, tus actitudes y tu producción me inspiran decírtelo.
Esta noche no quise repetir las alabanzas que ya expresé por escrito en mi prólogo a tu libro; pero ahora, no puedo evitar un par de nuevos elogios: me refiero a tu humildad y a tu capacidad de agradecimiento. Y lo digo porque considero que este volumen es además y también una forma muy personal de homenajear a quien fue y sigue siendo el padre del psicoanálisis. Noto en el subtítulo de tu libro un aroma a reconocimiento y gratitud de tu parte hacia Freud por el inmenso e insustituible legado que has recibido de él…; como todos nosotros, agregaría. Pero no sólo a través de sus Obras Completas. Digo esto último porque dedicas el libro a tus analistas y a tu familia. En la primera parte de esa dedicatoria percibo algo del orden de lo transgeneracional que por vía de sucesivos divanes acaba llegando desde Viena hasta Barcelona.
Son muchos los que desde fuera del psicoanálisis critican a Freud y su metapsicología -aún sin conocerla demasiado- pero somos también muchos los que la seguimos con fervor, con entusiasmo y con ansias de hacerla progresar.
¡Gracias Luis por tu libro! Deseo que este primer volumen publicado sea la antesala de otros y que el libro se convierta para ti en una fuente prolongada de satisfacciones. No dudo que lo será.
Gracias también a las y los participantes de este acto. Sé que saben que el lugar donde un libro cobra vida no es en una presentación como esta ni en el mostrador de una librería ni en los estantes de la biblioteca de nuestras casas, sino en la mente del lector/a. Léanlo. No sólo se sentirán satisfech@s; también, emocionad@s. Y háganle saber a Luis —es sólo una sugerencia—, vuestros comentarios.
[1] A partir de 1349 la ciudad quedó bajo control polaco durante varias centurias y en ese lapso fue denominada Lwow. Formó parte de Polonia hasta 1772, año en que fue ocupada por el imperio austro-húngaro. Posteriormente fue anexada a Rusia, que la denominó Lvov. Los austríacos y los alemanes la llamaron Lemberg y también se la denominaba así en yidish. Durante la segunda guerra mundial el ejército nazi la ocupó e instaló un ghetto y un campo de exterminio. En 1945 fue cedida por las Aliados a la URSS (en la Conferencia de Yalta). Con la disolución de la Unión Soviética pasó a formar parte de la Ucrania independiente, que le volvió a cambiar de nombre
LA METAPSICOLOGÍA REVISITADA POR LUIS SALES
Eduardo Braier
Buenas noches a todos. Me sumo a los agradecimientos de mis colegas, tanto a Luis Sales por invitarme a ser uno de los presentadores de este excelente libro suyo, como a Gradiva por auspiciar esta presentación y a todos los asistentes por acompañarnos.
Aquí estamos, pese a la pandemia, a la guerra y a las amenazas apocalípticas, lo que, como decía un colega, va pasando a formar parte de lo cotidiano. Nos sobreponemos día a día al espanto e intentamos seguir adelante con nuestras tareas y nuestra vida en general.
Pero hoy vivimos un acontecimiento muy grato. Nos encontramos ante una publicación que es el fruto de varias décadas de indagación y de experiencias clínicas de su autor; en especial, de una relectura exhaustiva de la obra freudiana, en parte seguramente incentivada por su labor docente (lleva muchos años enseñando Freud); y ya sabemos que enseñando se aprende, al tiempo que se tiene la oportunidad de cuestionar provechosamente una y otra vez lo conocido.
El texto rezuma una erudición que solo es patrimonio de unos pocos. Estamos ante un verdadero exégeta de la obra de Sigmund Freud. Ahora bien: en Luis Sales, la metapsicología revisitada lleva un sello particular, hecho de sutilezas y sagacidad, de una interrelación permanentes entre la especulación teórica y la empiria clínica, todo lo cual le permite lograr enfoques y propuestas ciertamente originales de los distintos temas. Y todo esto sin caer en el dogmatismo en cuanto a las teorías freudianas, sino, por el contrario, manteniendo un espíritu crítico. Es que Freud, como acostumbra decir mi viejo amigo y colega Rubén Zukerfeld, debería ser siempre “un autor de referencia y no de reverencia”.
De esa singular construcción que hace Luis de los distintos conceptos ya nos habló y María Elena Sammartino, la que acaba de describir bellamente cómo se va gestando la creación de nuestro autor y también Víctor Korman, cuando en su prólogo lo equipara a un orfebre, de modo que no insistiré en ello.
Nos conocimos en Gradiva, allá por el ‘98 ó ‘99, que fue cuando Luis ingresó como miembro de la asociación. Yo había entrado unos cuatro años antes. Desde entonces (pronto serán 25 años) hemos venido cimentando una relación de camaradería que permanece inalterada y que se basa en un cariño, reconocimiento y admiración mutuos.
Jamás imaginé que encontraría un compañero de viaje tan apropiado, en esta formación continuada que es la de nuestra disciplina, por lo que me considero un privilegiado. Ello tuvo su punto de partida sobre todo en la llamativa comunidad evidenciada en torno a nuestras respectivas identidades psicoanalíticas, notoria y firmemente basadas en la metapsicología freudiana, lo que supone una coincidencia en nuestros intereses epistemológicos. Y es en el seno de Gradiva que hemos ido avanzando en nuestro recorrido, junto a los demás compañeros, en el intento siempre renovado de ampliar nuestro saber psicoanalítico.
Años atrás, fue él quien me estimuló a reunir en un libro algunos artículos míos teórico-clínicos y que acabé publicando en el 2009. Tan fructíferos eran nuestros intercambios, que no pude resistir la tentación de incluir entonces un largo comentario suyo a uno de los capítulos, aunque tuviera una opinión diferente de la mía en algunos puntos; o precisamente por eso. De este modo, Luis se convirtió en el único autor invitado en aquel volumen. Él sería después además uno de los tres presentadores de ese libro en Barcelona, entre los que también se encontraba, como ahora mismo, nuestro común amigo y colega Víctor Korman. Pues bien, varios años más tarde, se ha dado exactamente al revés!: como Luis mismo lo señala en las primeras páginas de su libro, fui uno de los que lo alentó con insistencia para que reuniera sus trabajos en un volumen y hoy me toca ser además uno de los tres encargados de presentar su libro, lo que es para mí, dicho sea de paso, motivo de gran satisfacción y un verdadero honor. Por otro lado, en esta relación de amistad y confraternidad, amor con amor se paga, como expresión de gratitud. Así es esta bonita historia que ambos compartimos.
Se me ha propuesto que me centre en comentar algunos puntos del libro, por lo que he escogido referirme en especial a los que figuran en la tercera y última parte, que consta de seis capítulos. Cabe aclarar que mi elección tiene que ver con este incesante intercambio que venimos manteniendo con Luis. Y nunca mejor dicho lo del intercambio, puesto que en esta oportunidad, que fue por escrito, ha sido publicado en 2017 por la revista Intercambios/Intercanvis, en la sección Inter/nos. En esa ocasión escribí un comentario (Braier, 2017) sobre un trabajo de Luis acerca de la represión originaria, publicado en 2015 en esa misma revista, al cumplirse el centenario de la edición de los Trabajos sobre metapsicología de Freud (1915), trabajo de Luis que, ampliado y modificado, se convirtió en un capítulo de su libro. La respuesta de Luis en aquel momento no se hizo esperar (Sales, 2017). Me expresa allí Luis: “Tu escrito me ha servido de estímulo para repensar y desarrollar muchos (demasiados) de los puntos que habían quedado oscuros o poco trabajados en mi artículo”. Hasta aquí la frase. Pero la cosa no quedó allí, porque sucedió que tres preguntas que le formulé por entonces a este hombre, aparte de su respuesta en la revista Intercambios, inspiraron y dispararon años después en él la redacción de largos textos, que conforman…los últimos sustanciosos seis capítulos de este libro! Comprenderán entonces el porqué de mi elección: me siento especialmente implicado en cuanto al desarrollo de estos temas por Luis, en parte provocado por mis preguntas. Entiendo que estamos más bien de celebración y que ya vendrán ocasiones propicias para abordarlos y debatirlos, pero algo diré hoy. Vamos allá.
Como sabemos, la represión es una noción central de la teoría psicoanalítica. Luis trabajó mucho sobre la represión originaria o primordial (Urverdrängung) en particular. Es este un concepto que había permanecido durante décadas considerado como un requisito teórico de Freud (1915 a; 1926 [1925]) para explicar la represión primaria edípica y la secundaria. Yo añadiría: propuesto también como congénito por algunos autores o aun de herencia filogenética. Por todo esto, se trata de una noción aún oscura y, como la califica el propio Luis, abierta.
Luis comienza adhiriendo a las aportaciones de Laplanche (1981, 1987, 1993; Laplanche y Leclaire, 1961) y de su principal discípula y traductora, Silvia Bleichmar (1984, 1993, 1999), quienes otorgan a la represión originaria un origen posnatal, con un correlato observable en la clínica psicoanalítica con niños. Se trataría de un proceso individual y contingente en alto grado. Anteriormente, nos dice Luis en su libro, no se le habría prestado mucha atención, dado que el centro de interés del psicoanálisis venían siendo las neurosis de transferencia, en las que la problemática se concentra en la represión primaria edípica y en la secundaria o postrepresión.
En el capítulo denominado “Sobre el concepto de Urverdrängung [represión originaria]” (no sé si lo pronuncio bien, aquí el experto en alemán es Luis), nuestro autor recurre a hipótesis propias (siempre la necesaria y bruja metapsicología!), describiendo la posible génesis de esta represión originaria.
En el siguiente capítulo, “Tópica de la represión originaria”, Luis responde a una de mis preguntas acerca de qué es lo que subyace a esta represión, vale decir, qué sería lo originariamente reprimido. Dicho de modo muy sucinto: cuando la represión originaria se ha instaurado con éxito, lo que subyacería a ella, al decir de Luis, sería la representación de cosa, consecutiva a la experiencia de satisfacción, fundando así el inconsciente e instalando el circuito del deseo y la figurabilidad, al ser susceptible de ligazón psíquica. Coincido plenamente en ello. Siguiendo siempre a Luis, esto sería lo que acontece en las neurosis de transferencia, siendo el proceso secundario la consecuencia de una previa y adecuada instauración de la represión originaria, la cual, en base a una sobreinvestidura, protegería al aparato psíquico de una irrupción traumática. Es, pues, a partir de la instauración de la represión originaria o primordial que puede luego establecerse la represión primaria edípica y la secundaria o propiamente dicha, postedípica. Al mismo tiempo Luis establece una relación con el significante enigmático que postula Laplanche -el cual es pasible de una significación après coup- y con la teoría del francés acerca de la seducción originaria (Laplanche, 1987). Cuando en cambio no se registra la representación del objeto materno, Luis señala que el aparato psíquico permanecería en estado de trauma, lo que equivale a decir que si lo que prevalece es el trauma precoz del desvalimiento, ello entrañaría el fracaso de la represión originaria, con sus consecuencias, que van desde las psicosis a diversos trastornos no neuróticos, como los cuadros fronterizos (a los que Luis les dedica un capítulo), la patología psicosomática y otras manifestaciones psicopatológicas. Es esta a mi juicio una propuesta interesantísima de Luis, quien además acompaña su hipótesis de viñetas clínicas muy ilustrativas. Todo esto lo trata en los capítulos “Sobre el concepto de Urverdrängung [represión originaria]” y también en otro llamado “Represión originaria y psicosis”.
Por ende, hoy por hoy resulta tan necesario como oportuno enfocar nuestra atención en la represión originaria, porque ello corresponde al terreno de la patología contemporánea, las “locuras privadas” que menciona Green (1990; 1990 a) y que han cambiado el paradigma clínico actual, desplazando a las neurosis de transferencia. No cabe duda de que uno de los propósitos esenciales del libro es ahondar en una metapsicología de la psicopatología de nuestro tiempo. En lo que a los objetivos terapéuticos se refiere, entre otros, se trata de lograr la figurabilidad psíquica en el paciente, de la que hablan César y Sára Botella (1997; 2001) y que incluye como recursos un particular empleo de la contratransferencia y de las construcciones.
Debo añadir que a mi criterio la postulación de un inconsciente escindido por parte de Norberto Marucco (1978; 1978 a), complejiza, al tiempo que enriquece este panorama. Este inconsciente escindido sería el asiento de las “huellas perceptivas” (C. y S. Botella) o “ingobernables” (Marucco), producto del trauma precoz del desvalimiento (Hilflosigkeit), huellas que no han alcanzado el estatus de representación de cosa, por lo que permanecen aisladas, no evocables y condenadas a la repetición, que se traduce sobre todo en descargas. Luis y yo coincidimos también con esta teoría de Marucco, que deriva en la concepción de una tercera tópica, de inequívocas raíces freudianas, que este último describe (Marucco, 1978: 1978 a) y que luego sería ampliamente desarrollada por Rubén Zukerfeld (1992; 1992 a; 1999; 2000) y Rubén con Raquel Zukerfeld (1990; 1999). Marucco sugiere además la posibilidad de que exista una conexión entre este inconsciente escindido y el inconsciente reprimido de la represión originaria.
Una segunda pregunta mía en torno al papel del superyó en la represión desembocó en un nuevo capítulo del libro: “Represión originaria y superyó”, en el que Luis rescata varios fragmentos de la obra freudiana que ponen de manifiesto que, en rigor -y al contrario de lo que parece ser un lugar común, esto es, que Freud no habría considerado la existencia de un superyó temprano-, el creador del psicoanálisis pensaba en la existencia de un superyó preedípico, arcaico, ligado incluso al narcisismo primario, no limitándose a preconizar la sola existencia del superyó tardío, postedípico. Por tanto el superyó sería no solo “heredero del Edipo” sino también heredero del narcisismo. Y además, si bien Freud pareció vacilar en varias ocasiones acerca de la participación del superyó en la represión -habiéndola admitido con firmeza en otras-, Luis se pronuncia categóricamente en favor de la intervención del superyó en los distintos procesos represivos.
La tercera de mis preguntas a Luis era dónde situaría las fantasías originarias o protofantasías: también se muestra partidario de concebirlas formando parte de lo reprimido originario, junto a lo vivenciado originariamente, constituyendo así “el núcleo de lo inconsciente”. Como consecuencia de esta pregunta, Luis se embarcó en la controvertida cuestión de la filogenia. Todo esto lo trata en el capítulo “Represión originaria y fantasías originarias”. De allí cobró impulso para abordar todavía otro importante tema, que dio origen a lo que sería el capítulo final del volumen, titulado “La transmisión inter y transgeneracional. De la herencia a la transferencia”. En este apasionante capítulo (que ya poco tiene que ver con mis preguntas) Luis encara, entre otros temas, las identificaciones primarias y también la comunicación telepática, esto último sobre todo entre analizando y analista, reseñando trabajos míos acerca de ambos asuntos, cosa que le agradezco también (Braier, 2002; 2009). Dicho sea de paso, en su libro Luis nos cita generosamente a los tres presentadores que hoy estamos aquí reunidos.
Y sí, el texto de Luis nos acerca a algo que muchos analistas pasan por alto: que Freud “creía” en la telepatía (relacionándola con la comunicación de inconsciente a inconsciente), que escribió varios trabajos sobre el tema y que le interesaban mucho los fenómenos esotéricos incluidos en el llamado ocultismo, sobre los que intentó investigar, acompañado de su hija Anna y de Sándor Ferenczi, aunque fueron disuadidos por Jones de seguir haciéndolo (ya el psicoanálisis era vilipendiado por su supuesto pansexualismo, al tiempo que descalificado como seudociencia judía, etc.; ahora sería desacreditado además, advertía Jones, por su interés en las ciencias ocultas). Pese a todo, Luis nos recuerda el famoso dicho: “Existir no existen, pero haberlas haylas”.
En esta Parte III del volumen es también donde quizá Luis cita muchísimo (lo hace también en otras partes del libro, desde luego) a numerosos compatriotas de, otra vez, los tres presentadores; autores que fueron maestros, analistas, condiscípulos y/o amigos míos y por quienes guardo un profundo cariño y gratitud. Quería decir que también por ello esta Parte III del libro tiene un especial significado afectivo para mí. Sólo me limitaré a mencionar a Guillermo Brudny, que fue mi analista durante un tiempo, por ser quizá quien más aportó acerca de la represión originaria con un notable artículo (Brudny, 1980), muy trabajado por Luis en su libro, así como a nuestro común e inolvidable maestro David Maldavsky, asiduo invitado de Gradiva, cuya obra escrita Luis conoce a fondo y a la que se refiere a menudo en el libro.
En otro orden de cosas, cabe destacar que la edición es impecable, por lo que hemos de felicitar y respaldar entusiastamente a esta pujante editorial que es Xoroi, nacida en el ámbito catalán que nos alberga.
Viene a cuento recordar que fue también en Barcelona, hace cincuenta años, que se publicó, en una editorial de la época, ya desaparecida, nada menos que la versión castellana del Diccionario de Psicoanálisis, de Laplanche y Pontalis, un clásico de la literatura psicoanalítica y de la metapsicología en particular, vigente hasta hoy, a la que el libro de Luis tanto me recuerda en muchos de sus pasajes y que, atención, ¡no le va en zaga!, pudiendo, en mi modesta opinión, complementar, ampliar y hasta actualizar muchos de los conceptos teóricos que allí figuran.
Quedamos expectantes en cuanto a que, en un futuro cercano, Luis nos obsequie con nuevas obras. Mientras tanto, me atrevo a augurar que este será un libro de consulta sobre el tema.
Te deseo, querido Luis, que tu libro tenga el mayor de los éxitos. Es lo que mereces por esta obra que nos regalas, en las que vuelcas tu saber, tu talento creativo, tu experiencia clínica de cuarenta años, tu ética en la infaltable mención de los diversos autores que has consultado y, en definitiva, tu apasionada y sólida vocación psicoanalítica.
Palabras del autor
Luis Sales
Mis primeras palabras no pueden ser sino de agradecimiento a todos los presentes, a los que habéis venido presencialmente y también a los que siguen el acto a través del dispositivo telemático. Me siento realmente muy honrado y muy emocionado.
De mis tres presentadores: ¿qué puedo decir? Víctor Korman (que además es el autor del prólogo del libro), María Elena Sammartino y Eduardo Braier (compañeros de Gradiva); los tres son colegas y amigos muy queridos; con los tres he compartido —como decía María Elena— “horas y horas” de debate e intercambio sobre temas analíticos y otros. La verdad es que no tengo palabras para agradecer su generosidad. Sus respectivas intervenciones, que acabamos de escuchar —las tres magníficas—, hablan por sí solas. Cada una en su estilo es una pequeña obra maestra en su género. Pero sobre todo, y esto vale para los tres ponentes, creo que han expresado con suficiente elocuencia el aprecio y el afecto que me tienen, lo cual me hace sentir enormemente honrado; más aún, ¡un privilegiado! También es verdad, debo decirlo, que me han puesto el listón muy alto.
A continuación quisiera dedicar unas palabras de agradecimiento a Gradiva, y no solo por el hecho de haber organizado este acto y de haberle dado cabida, que también. Es que sin Gradiva este libro no hubiera existido. Tanto M. Elena como Lalo Braier se han referido a ello en sus parlamentos. Son muchos años compartiendo y confrontando ideas, pensamientos y materiales clínicos; y esto tanto con ellos dos, como con todos los demás colegas de la Institución. Por todo ello, Gradiva es para mí una institución que me ha permitido pensar los pensamientos. Es como una caja de resonancia para los pensamientos. En este sentido, el libro es el fruto de un trabajo de años de reflexión, de debate, de reverberación, de cocción lenta, de una manera de pensar y ver la metapsicología y la clínica, que hubiera sido imposible al margen de Gradiva.
Quiero dedicar también unas palabras a la editorial Xoroi Edicions y, en especial al magnífico trabajo del editor, Henry Odell, con el que desde un principio nos entendimos a la perfección y con quien fue un placer trabajar en el proceso —siempre farragoso— de la corrección de pruebas. El resultado está a la vista: un libro realmente espléndido, editado con esmero y muy atractivo a nivel de diseño.
También deseo agradecer a la revista Intercanvis, en cuyas páginas he publicado durante años la mayoría de los artículos que forman el núcleo temático del libro.
Por último, quiero expresar mi gratitud a mi esposa, no solamente por su apoyo y su paciencia, sino también por su colaboración activa en la corrección de los originales.
Gestación del libro.
La idea de escribir este libro nace en principio del propósito de recopilar una serie de artículos publicados y de ponencias presentadas en Jornadas. Debo aclarar que dichos artículos y dichas ponencias ya fueron concebidos en su momento como elementos o eslabones integrados dentro de un proyecto de investigación, que yo tenía in mente, sobre diversas cuestiones vinculadas a la metapsicología freudiana. Estos temas o cuestiones, que siempre me interesaron mucho, son varios (algunos de ellos han sido ya mencionados y tratados por mis presentadores); pues bien, en el proceso de elaboración del libro, y como consecuencia muchas veces de los intercambios con los colegas (a ello se ha referido ampliamente mi amigo Lalo) he visto como lo que era un núcleo inicial de ideas, de pronto se multiplicaban, de manera que cada una de ellas conducía a un sinnúmero de otras nuevas; dicho de otro modo, cada puerta que abría daba paso a un vestíbulo repleto de numerosas puertas todavía por abrir. No descubro nada; es este un fenómeno clásico de todo proyecto de investigación; pero, referido concretamente a la metapsicología freudiana, pienso que esto es justamente lo que la hace tan atractiva, tan viva y tan vigente. Porque, lejos de lo que muchos pueden pensar, la metapsicología freudiana no murió con el fundador del psicoanálisis al final de los años 30 del siglo pasado; sigue siendo un edificio vivo, un edificio en construcción y, como decía hace un momento, todavía nos quedan muchas puertas por abrir. A esto se han referido también de una forma u otra mis tres presentadores. Recordemos por ejemplo que en un momento de su intervención, M. Elena ha hablado de la Verleugnung o desmentida como “una de las más fecundas semillas que Freud sembró para el desarrollo del psicoanálisis contemporáneo y la comprensión de la patología fronteriza”. De la misma manera, Eduardo Braier ha mencionado la importancia de considerar los fallos en la instauración de la represión originaria para entender las más diversas patologías de carácter traumático, que hoy predominan en la clínica. Pues bien, semillas como estas, el genio de Freud dejó muchas recién sembradas, de modo que podemos nosotros ahora recoger el fruto de su germinación.
En este sentido, una primera idea que desde hace años me venía interesando era estudiar la relación entre lo que habitualmente llamamos metapsicología freudiana y ese texto precoz, inconcluso y nunca publicado (al menos en vida de Freud) que es “El Proyecto de psicología” de 1895.
Porque es admirable constatar hasta qué punto El proyecto de psicología funcionó a modo de semillero de ideas y problemas que posteriormente fueron apareciendo en la obra publicada a lo largo de toda su trayectoria vital y, en consecuencia, podemos decir que le sirvió de fuente de inspiración —probablemente de manera inconsciente— en los trances más diversos. De hecho, una de las hipótesis que trato de desarrollar en el Estudio Preliminar del libro gira en torno a la idea de que la Metapsicología que se propuso redactar en 1915 no constituyó sino una forma de “retorno de lo reprimido” del Proyecto de psicología de 1895, y que no fue para nada casual que en ambos casos la tarea quedara inconclusa. Por otra parte, podemos comprobar cómo el corpus teórico tanto de la primera tópica como el de la segunda toman del “Proyecto” buena parte de sus cuestiones fundamentales: desde el capítulo VII de La interpretación de los sueños (1900a [1899]) hasta La negación (1925h), pasando por Los dos principios del acaecer psíquico (1911), Más allá del principio de placer (1920g) y muchas de las ideas de El yo y el ello (1923), por poner solo unos ejemplos.
Pues bien —y este es otro de los postulados que sostengo desde hace tiempo—, esta vertebración que descubrimos a lo largo de la obra freudiana, y que como digo tiene como punto de referencia el Proyecto de psicología, admite, no obstante, un punto disruptivo: el narcisismo. Nacido de la misma práctica clínica, como el propio Freud reconoció varias veces, el concepto de narcisismo vino a trastocar sus planes metapsicológicos hasta el punto de obligarle a replantearse muchas cuestiones teóricas y técnicas. El narcisismo se nos aparece, pues —y desde este punto de vista trato de abordarlo en la primera parte del libro—, como el auténtico punto de inflexión entre la primera y la segunda tópicas.
Otro tema que me interesaba investigar es el que desde un principio denominé “alternativas a la represión”.
El concepto de alternativas a la represión, que también podríamos describir como el “más allá” de la represión, es una constante que recorre la obra freudiana desde el principio hasta el final, e incluye temas —y esto es lo importante— que Freud investigó, y a veces a fondo (como, por ejemplo, el caso de las psicosis), pero que no acabó de redondear, y en consecuencia quedaron más desdibujados, más abiertos, si los comparamos con todos aquellos que se centraban en la represión y las neurosis de transferencia.
El concepto de “alternativas a la represión” atraviesa, como digo, toda la obra freudiana: Fijémonos que aparece muy temprano, ya en Las neuropsicosis de defensa, de 1894, cuando contrapone las diferentes formas de defensa que operan en las neurosis de transferencia a las que producirían las psicosis. Recordemos que en ese caso, refiriéndose al mecanismo de defensa operante en las psicosis, Freud habla de “una modalidad de defensa mucho más enérgica y exitosa” —dice— que las que intervienen en la histeria y en la neurosis obsesiva, modalidad defensiva que en ese momento denomina Verwerfung.
Pues bien, la misma dicotomía planteada en términos de alternativa nos la volvemos a encontrar en el historial de “El hombre de los Lobos”, cuando formula aquella frase lapidaria según la cual “una represión es una cosa muy diferente a una Verwerfung”. La alternativa aparecerá de nuevo en Pulsiones y destinos de pulsión, cuando confronta la represión, que sería el destino por antonomasia de la pulsión, a la sublimación, que vendría a ser un atajo alternativo que permitiría la descarga pulsional. La misma lógica es la que funciona en La negación, de 1925, definida como un mecanismo que propicia un levantamiento puntual de la represión con un ahorro considerable de contrainvestidura. Y otro tanto podemos decir de Fetichismo y de otras obras de la misma época, donde queda claro que contrapone —al menos desde el punto de vista metapsicológico, en la clínica es otro cantar— la represión a la desmentida, esto es, la represión del Edipo a la desmentida de la castración: el hacer como si nada, el “ya lo sé, pero aún así...” de Manonni, estrategia esta que no hace sino preservar y mantener el narcisismo omnipotente de la infancia, escisión del yo mediante. A este punto se ha referido María Elena en su intervención.
El interés de investigar el campo de las alternativas a la represión equivale —para decirlo de una manera rápida y clara— a poner la lupa de la metapsicología en todo aquello que no son “neurosis de transferencia”, es decir, todo el campo clínico y metapsicológico de lo que se ha dado en llamar “nuevas patologías” o patologías del narcisismo, y que, por equis razones, Freud pasó por alto o no desarrolló tanto como hizo con todo lo que concernía a las neurosis. Sabemos que estas razones hay que buscarlas principalmente en el concepto de analizabilidad, ya que él pensaba que esta era una propiedad exclusiva de las neurosis de transferencia. Pero que no las desarrollara o que pensara que no entraban dentro del concepto de analizabilidad no quiere decir que no las intuyera y nos dejara numerosas pistas para seguir investigando. Siempre he pensado que el Freud metapsicológico, el Freud teórico, fue muy por delante del Freud clínico y, no digamos, del técnico.
Yo ya sé que este planteamiento no tiene nada de novedoso. De hecho, todo el análisis posfreudiano, desde Ferenczi hasta Bollas, pasando por Klein, Lacan, Bion, Winnicott o Green, no ha hecho otra cosa que estirar de estos hilos, de esos flecos, y tratar de desarrollar estas cuestiones. Un buen ejemplo de ello sería el asunto de la tercera tópica, que antes mencionaba Lalo. Otro ejemplo de una intuición freudiana —una “semilla”, como decíamos antes—, en este caso muy precoz en el tiempo, pero que está dando mucho juego a la investigación en metapsicología, lo encontramos en la Carta 52 a Fliess. El esquema que aparece en esta carta, escrita por Freud en 1896, un esquema destinado en principio a explicar el mecanismo de la memoria, es obvio que tiene un alcance y una potencialidad heurística que van mucho más allá. Y da toda la impresión de que Freud era perfectamente consciente de ello. Son sólo un par de ejemplos. En este sentido, algunas de las propuestas que han hecho los diferentes autores posfreudianos están recogidas y analizadas en este libro. Simplemente, y como se suele decir, yo quería decir la mía, esto es, expresar mi punto de vista sobre algunos de estos temas. Y este punto de vista personal es lo que me ha llevado a indagar cuánto de lo que ahora hemos desarrollado para entender las “nuevas” realidades de la clínica, ya fue insinuado o intuido por Freud.
Y la sorpresa ha sido descubrir muchos puntos de anclaje en su obra. No nos debe extrañar. No en vano estamos, al menos desde mi punto de vista, ante un pensador excepcional, un visionario, que supo ver (o al menos intuir) qué podía haber más allá del campo concreto de su quehacer clínico cotidiano, que como hemos dicho vinculó siempre, y casi en exclusiva, con las neurosis de transferencia. En este sentido, recuerdo una cita de André Green que venía a decir que no suele ser habitual que el fundador de una nueva disciplina sea a la vez el más grande de sus teóricos. Y ponía el ejemplo de la biología, en que Lamarck fue ampliamente superado por Darwin; o el de la física de Newton, claramente revolucionada por Einstein.
Y sí, es cierto, como antes decía Víctor, este libro tiene mucho de homenaje, de expresión de gratitud, hacia la figura de Freud; y también, como intuía la perspicaz María Elena, está escrito desde una identificación fuertemente empática con él, con sus conflictos y sus contradicciones. Porque, como también nos recordaba Lalo cuando evocaba el sabio consejo de Zuckerfeld, Freud debería ser para nosotros un autor de referencia pero no de reverencia.
Muchas gracias.