SE HA IDO UN LIBRERO
Se ha ido. Cuando esto ocurre, las hojas de los libros se destiñen y los párrafos se arrasan de lágrimas de tristeza. Maúllan las letras, los agentes literarios visten de negro y las máquinas de offset pierden la compostura. Los escritores se vuelven grises en su mente y los lectores nos sentimos huérfanos, muy huérfanos.
Se ha ido el hombre que nos ayudaba a buscar el misterio escondido entre página y párrafo, códice del pensamiento. Era único, como solo lo puede ser un librero apasionado, un erudito, un connaisseur consagrado a las ideas de la clínica del dolor humano, una buena persona.
Lo conocí cuando imberbe investigador del comportamiento humano en la disciplina psicoanalítica, quería yo devorar el mundo, cambiar el dolor por algo más vivible, por una cierta paz interior. Nos pasa a todos cuando empezamos y, si encontramos un buen librero que ayuda y aconseja, ello ya no se va, se queda atemperadamente dentro de uno.
Salvador fue ese hombre, para mí y para todos los clínicos dinámicos que ejercemos nuestro oficio de escudriñadores del dolor, investigadores de los pasillos oscuros de la mente, de sus recovecos creativos, en Barcelona y más allá en Iberia y ultramar.
Salvador Foraster, superó trifulcas políticas, cambios sociales, modas clínicas, inundaciones, cambios de local, cierres de negocio, pero siempre estuvo ahí al pie del cañón, como quinto defensor que no abandona la guardia para ayudar a que pudiéramos leer, dialogar, intercambiar y debatir, crecer.
Mucho le debe el oficio de psicoanalista a Salvador.
Te has ido Salvador, no sabemos dónde, el misterio sigue, quizá ahora ya no sufras, aunque lo haremos nosotros por ti porque nos sentimos solos, desamparados en la búsqueda de lectura.
Descansa en paz, distinguido maestro librero, la comunidad psicoanalítica te echará de menos, no lo dudes.
Requiescat in pace.
Antonio Verdasca-Cardoso. Psicoanalista. Miembro de Gradiva.